Porque también allí es posible la educación…
La palabra del mbo’ehára (maestro), en espacios de aislamiento, dolor, encierro, es «dadora» de respuestas.
Es la que cruza con su egein la didáctica, haciendo que lo erudito se convierta en lo aprendido. Voz que se respeta y no se discute. Él llega y trae las fragancias de otros lados, ya sea la calle (educación carcelaria, domiciliaria y hospitalaria), la ciudad ( educación en zonas rurales) o la referencialidad a aquello que me dan mí nacionalidad (educación en zonas de fronteras: aún en el límite, pertenezco a…) Es común aquí el pago con honra, tantas veces olvidado. Consiste en recibir gratificaciones que no corresponden a dinero, sino a actos (palabras, gestos y otros) cargados de una profunda riqueza por la sencillez, humildad y veracidad que los sustenta.
Participación Revista Digital – Nuevos escenarios educativos #22